EDUCAR PARA LA CIUDADANÍA
Todo lo que se
vende tiene un precio que depende de la demanda. De ahí que
cualquier industria produzca no solo los productos que ofrece sino
la necesidad social que los demanda.
La publicidad se hace siempre
atractiva y sin matices, se trata de seducir y decir con letras
grandes: ¡no te lo pierdas! Pero a diferencia de los fármacos que
se venden siempre con un prospecto en el que se advierte a los
enfermos en letra pequeña sobre los efectos no deseados que puedan
producirse de no seguir las indicaciones dadas, y del tabaco que se
expende por imperativo legal con la advertencia explícita de que
fumar mata, la escuela ofrece lo que vende a sus alumnos sin advertir
de las consecuencias negativas de una enseñanza administrada y
consumida al pie de la letra. Y eso es peor que curarse en salud
como hace la industria farmacéutica o la tabacalera. No es educar
para la ciudadanía, es programar a los alumnos para que se hagan
solo las preguntas que les hace la escuela y las respondan tal como
enseña. No es formar para la libertad responsable, ni enseñar a
pensar y a vivir como personas. Es domesticar para vivir al
dictado... , ni siquiera como cabras si no como ovejas que son más
dóciles. O como Vicente que va donde va la gente o donde le lleva
el pastor; es decir, el ganadero. No es educar para la democracia.
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