viernes, 31 de mayo de 2019

AMOR AL PRÓJIMO



UN BUEN CONSEJO

            El cuerpo humano no es uno más entre los cuerpos, está aquí ciertamente y no a la vez en otro sitio; pero no es uno más entre los cuerpos, ni siquiera entre los vivos sean plantas o animales. No es simplemente una cosa extensa en el conjunto de cosas extensas en el espacio. Tampoco es simplemente el estuche del alma o relicario y ésta el contenido: la joya o la reliquia. No somos cuerpo y alma. Somos en el cuerpo el alma, y sin el cuerpo nada. Somos incluso espíritu en el mundo, aquí y ahora: en el cuerpo y por el cuerpo, y sin el mundo nada. El cuerpo es el símbolo de alma. No el que remite a lo que no está presente aquí, en el símbolo: como una bandera que representa a la nación. Sino el símbolo real en el que se realiza el alma: se objetiva el sujeto que la trasciende. Somos más que un cuerpo, pero nada sin el cuerpo. Somos como la luz que trasciende y el calor de la llama que calienta , y nada si no prende en la cera que arde. Así es la vida humana y como un cirio encendido quien la vive. Pero esto es solo una semejanza, una metáfora de la trascendencia en otra dimensión.

           A diferencia de una señal que señala o indica lo que no es sin enterarse ni moverse, que remite a lo que es o pasa a continuación con el tiempo en el espacio y del signo que significa ideas y conceptos en general, el cuerpo humano como símbolo representa lo que sólo en él está presente. Esa presencia tiene sentido. Y el sentido del símbolo es su verdad. Interpretar el símbolo es ver y sentir, saber lo que esconde y se revela: lo que existe y se manifiesta, lo que se ofrece a quien se abre y lo recibe a corazón abierto. En ese encuentro se encuentran las personas a sí mismas y entre ellas. Ese encuentro es lo contrario de no encontrarse ni consigo ni con nadie. Y lo contradictorio de encontrarse perdido, de echar en falta el encuentro que es lo menos que puede pedirse.

        El símbolo del cuerpo como fenómeno nos permite hablar de una fenomenología básica para desarrollar una antropología elemental. Los hombres y las mujeres también – ofende la aclaración- como personas se encuentran de frente cuando se aman y se enfrentan como animales o persiguen de lo contrario. Los animales hacen el amor -es un decir- montando por detrás. Las personas miramos los ojos que nos ven, besamos los labios que nos besan, abrazamos el cuerpo que nos abraza, tomamos la mano que se da. Nos entendemos hablando y escuchando, que la palabra cabal es el diálogo. Como el agua que va entre dos orillas, que discurre. Como la vida que es convivencia. Como el pan que se comparte,compañero, y el camino que llevamos. 
          
         Caminar de pie y con los pies en tierra; mejor dicho,con un pie en tierra y otro en el aire es lo que hacemos los humanos como personas. Relegamos el pasado que se cierra a las espaldas, y nos abrimos hacia delante con determinación: hacemos camino al andar, y nos hacemos paso a paso a nosotros mismos. Mientras tanto la vida es una experiencia abierta, no un experimento de laboratorio que siempre puede repetirse con el mismo resultado. Tu vida, como la mía, es única: tú verás lo que haces. No obstante, yo puedo escuchar. Y tú también, tú que puedes hablarme. No hay yo sin tú, ni nosotros sin vosotros. No solo podemos sino que tenemos mucho de qué hablar, que solos no somos nadie como personas. Somos apenas como las cosas: él o ella en cualquier caso, no con quienes se habla sino sobre lo que se habla o dice la gente. Y por tanto, nada personal en la práctica de la vida.

            Lo que sacamos del pasado no es para entretenernos y perder el tiempo, no debería ser para eso. Lo que aprendemos si no sirve para el futuro mejor dejarlo, es una carga y un extravío. La experiencia, lo que se saca del camino recorrido, no tiene sentido si no es para seguir caminando hasta llegar a casa si la hay para todos nosotros. Que ya se verá o dejara de verse después de todo. Mientras tanto caminar es una opción razonable, es poner a trabajar la esperanza o convertirla -invertirla- en paciencia que trabaja. Es mantener la pregunta abierta y la bandera en el aire para la mejor casua. Es abrirse, es caminar. Y el otro, cualquier otro que encontremos en el camino o al borde del camino que necesite ayuda y que la acepte, un atajo para llegar juntos al enteramente Otro de todos nosotros: a casa, llámese la Verdad que es muy señora y nadie posee, o el Señor que es absoluto y puede ser el Amor con los brazos abiertos: el Padre. O como se llame a quien nosotros, los hombres y las mujeres llamamos: ¡Dios mío! , y a quien Jesús -de quien todos hemos oído hablar- nos enseñó a llamarle “Padre nuestro”. Mientras tanto, sea lo que fuere, no es mal consejo caminar juntos y amarnos los unos a los otros como hermanos. De las tres sorores,como las llamo yo: Libertad, Igualdad y Fraternidad, ésta última es el colmo y la perfección.

José Bada
22-5-2019










miércoles, 29 de mayo de 2019

Un abrazo, compañeros





¡Menudo cirio!

        El cuerpo -tu cuerpo- no es uno más en el espacio que está aquí entre los otros cuerpos, aunque también. Ni como el alma que a veces no está para nadie donde tiene el cuerpo y anda por ahí Dios sabe donde pero no el hermano. El alma como el espíritu y las ideas, el pensamiento y la conciencia no son como las cosas extensas en el espacio, ni es por eso más grande la cabeza que más piensa o el corazón que más quiere. Pero son, ¿o no? Todos lo sabemos y nadie en sus cabales se atrevería a negarlo. Y sin embargo, el espíritu sin el cuerpo que está aquí sería como el fuego y la luz sin la cera que arde: nada. Así es la vida y así las personas, como el cirio que arde. No dos cosas que se suman y son más que una; sino una realidad que es aquí y a la vez el ser que la trasciende. O de otra manera: el cuerpo es el símbolo del alma. No como una bandera que nos recuerda a la patria y es poco más que un pañuelo. Sino el símbolo en el que el alma se realiza: su presencia en carne mortal, y sin el cuerpo nada. Por eso y en eso existimos y nos encontramos como personas: y no solo estamos aquí como dos tarugos. ¿Te enteras? Pues eso, un abrazo compañeros.



martes, 14 de mayo de 2019

EN EL CAPITALISMO



¿ES POSIBLE MÁS DEMOCRACIA?

El pasado día 11 de este mes se celebró en Favara, que es mi pueblo, un debate sobre la democracia en un contexto social capitalista. Lo organizaba la Asociación Wirberto Delso como todos los años. Introdujo el tema Joan Carrera,S.J., de Cistianisme i Justicia. Quien puso el dedo en la llaga que padecemos, el indice que acusa las deficiencias del mejor de los sistemas políticos: el gobierno del pueblo por el pueblo, cuando se queda a verlas venir porque no hay pueblo que lo sea cuando los individuos se comportan como si no fueran vecinos y la fraternidad -que es el colmo de la perfección- se pierde con la igualdad y ambas con la tercera: la libertad, corrompida ésta por el amor propio y convertida en libertinaje o capricho que es la libertad de las cabras. Es un decir, que las cabras son animales como los cabrones y los cabritos por supuesto. Y los animales van a lo suyo, sobreviven -y con ellos la especie- si cada uno apetece lo que necesita aunque sean sólo los más fuertes los que salen adelante. La lucha por la vida , más acá de la fraternidad, pone a los individuos animales al servicio de la especie.
Los animales no conviven como las personas, no piensan en los demás, no comparten el pan y la palabra. No son libres y responsables. ¿Las personas, en cambio...? Las personas, en cambio, pueden comportarse como los animales. Es decir, peor -a sabiendas, a ciencia y conciencia- y en contra de la humanidad cuando uno utiliza su boca para morder, sus manos para coger, y sus pies para ir sin saber donde: para seguir o perseguir, para huir acaso, y no para encontrarse con otros y relacionarse con todos en un nosotros cada vez más amplio en el que quepamos todos.
Si el egoísmo es el motor de la economía y esto lo único que importa, si cada uno va a lo suyo y tonto el último, si eso es el valor supremo del capitalismo, una democracia de calidad es incompatible con un capitalismo de rigurosa observancia.¡Apaga y vámonos!
Apenas es posible ya una democracia deficiente, aparente. En la que todos votan o pueden votar, que no es poco aunque no suficiente. Que eso no quiere decir aún que voten a los mejores candidatos pensando en el bien de todos los ciudadanos, que haya en todos los electores suficiente solidaridad, convivencia positiva, un proyecto común, un bien común, un valor inapreciable, inconmensurable, que esté por encima de las partes y las reúna a todas como un todo: en un solo cuerpo, como los miembros que viven con el mismo corazón. Una democracia necesita un pueblo para ser perfecta, un conjunto de individuos no basta. Como una iglesia sin fieles, así es una democracia sin demócratas. Yo no veo la diferencia entre los que sólo tocan el bombo en Semana Santa con la cara tapada y los que echan la papeleta en la urnas sin que nada se sepa. Ellos sabrán lo que hacen. No los juzgo, pero no me fío de unos ni de otros.

Sólo pienso que cuando cada uno va a lo suyo sin importarle nada los demás, cuando va a su bola, el colectivo lo es como conjunto: como los animales de una granja que gruñen a la par porque todos tienen hambre y mientras la tengan, pero dejan de hacerlo a medida que les llega el pienso: el suyo, claro. Una política en un contexto capitalista se interesa por lo que pide la mayoría. No es la voluntad del pueblo soberano, que no hay tal. Es la mayoría cuantitativa, el conjunto de los que más gritan. Esos son los que mandan, la canalla que grita y los políticos que se venden. Esto no quiere decir, sin embargo, que la cantidad de los que se quejan no sea en absoluto un síntoma al menos de un bien común. De la carencia de un bien común, de algo que hay que atender. Pero no siempre es lo más importante cuando se piensa en todo y en todos, en la humanidad que nos hace humanos. Los más pobres y marginados, aunque tengan más razón que un santo, no son siempre ni mucho menos los santos de la devoción de los políticos profesionales. No es esa la liturgia que celebran y practican los políticos, ni son los pobres los primeros sino los últimos de sus clientes.

Las próximas elecciones son una oportunidad, una situación propicia para ejercer como políticos responsables. Que todos lo somos en principio, y algún poder tenemos los electores. No malgastemos el voto ni lo vendamos, no pensemos sólo en lo que nos duele. Pensemos en lo que más duele pensando en todos. Dejemos la bola en el rincón de los recuerdos, y juguemos en serio para participar. Que eso es ganar, y lo otro regatear. Lo que hace un gato para zamparse el ratón cuando tiene hambre.

José Bada
14-5.2019

miércoles, 1 de mayo de 2019

POCAS NUECES


DEMASIADO RUIDO




No es la fe cristiana como cualquier otra un hecho observable ni mensurable objetivamente sino subjetivo y muy personal. No hay estadísticas fiables al respecto sino acaso de las respuestas que digan o nos digan los presuntos creyentes. Aún suponiendo que la procesión vaya por dentro en los que se llaman cristianos, los sociólogos se ocupan sólo de las que salen a la calle; es decir, de lo que salta a la vista y a veces ensordece.
Por supuesto nadie es quien para juzgar o prejuzgar a quienes salen en procesión en Semana Santa. No obstante - sin querer juzgar a nadie- sospecho que es mucho mayor el ruido que las nueces; es decir, que son bastantes más los que salen en procesión para tocar el bombo con la cara tapada que los que creen a ciencia y conciencia con el corazón herido y a pecho descubierto en Jesús llamado el Cristo. Y por supuesto menos los creyentes que los turistas y público en general que asiste al espectáculo.
Las cofradías poco tienen que ver ya con la comunión de los santos y mucho con las hermandades y asociaciones que expresan y celebran a su manera la unión común entre vecinos de la misma comunidad. En un mundo secularizado, de la religión queda lo que religa. Y relajada la fe, pienso que hasta ésto que reúne todavía acabará por disolverse en eventos de no te lo pierdas. Lo que sería una pérdida irreparable, como un olvido de haberse olvidado. Traicionada la tradición: convertido el culto en cultura popular y aquella en tradición muerta y enterrada, se convierte ésta en artículo para el consumo. Al repetirse sin ton ni son – es decir, sin sentido- se multiplica como ruido que a nadie aprovecha para la vida y menos para hacer la historia. Eso es a lo que llamo tocar el bombo: un repique banal que mata y ensordece. Que insiste de fijo, pero no existe en realidad de verdad. Un triste espectáculo, que representa un drama triste que no duele a los figurantes y consumen con morbo los turistas. !Es para devolver!

Todo lo contrario del pan y la palabra que se comparte, de la vida y la convivencia, del camino abierto que se recorre dando la cara y ofreciendo la mano a los compañeros y al prójimo que lo necesita. Sobre todo a los marginados - a las víctimas que yacen al borde del camino- para que se incorporen. Parar y reparar en ellas – lejos de ser un extravío- es una rectificación. Y ayudarles un atajo, un salto que nos acerca de pronto al enteramente Otro: a la casa de todos si es que hay Dios para nosotros que eso nunca se sabe. Pues se cree o no. Y esa es la cuestión, y la cuestión es el hombre: Tú y Yo; es decir, la persona.

En eso pensaba hace unos días en Semana Santa - que llegó como siempre como las estaciones del año- cuando rompe la hora y la costumbre el anuncio de las elecciones que están al caer. Ojalá que con ellas comience otra historia o se renueve. Hay encuestas que presumen los resultados, pero lo que importa no es lo que se cuenta sino el recuento de los votos. Y eso depende de los electores. Ojalá voten en conciencia, que en secreto ya se hace. Ojalá vayan todos a votar, no a echar la papeleta o hacer el papel porque les toca. Que eso sería como tocar el bombo sin dar la cara. Pero ese deseo que comparto en principio con la mayoría de los ciudadanos – eso supongo- no quita el miedo y la sospecha que tenemos otros – muchos, y no yo solo por desgracia- en este país. A fin de cuentas es en la práctica el mismo pueblo que vemos en Semana Santa, el mismo público aturdido o conmovido - ¡quién lo sabe! - que asiste o participa en las procesiones y el que ha sido convocado para las elecciones. Ojalá sea para bien: para hacer historia, y no para hacer el memo....así en la tierra como en el cielo. Una democracia sin demócratas convencidos es como una iglesia sin creyentes practicantes. Los que tocan el bombo son igual en todas partes y , con frecuencia, los mismos.

Haz que no pase lo que me temo. Y ojalá que no seas, compañero, la excepción que confirme la regla. Y que el ruido no sea más que las nueces.

José Bada
25-4-2019


EL TEMA Y EL PROBLEMA



NADA PERSONAL

Vamos sobre ruedas y cada vez más deprisa, despegados de la tierra, volando como quien dice, ese es el tema. Pero el problema es que no sabemos a donde. Al no estar aquí con los pies en el suelo andamos por ahí perdidos sin encontrarnos con nadie, ni tan siquiera con nosotros mismos. Sin parar ni reparar en nada y en nadie, en vez de vivir a tope - que eso sería desvivirse con otros y por otros: vivir y convivir aquí- estamos en contacto con todo el mundo y ausentes en casa para los vecinos. No existimos aquí, que es el lugar de la responsabilidad, donde tenemos el cuerpo al alcance de un abrazo con los otros. Pero no estamos aquí realmente, virtuosamente. Sino acaso virtualmente y así conectados por demás con todo el mundo: en la red, enredados y enredando. Abarcando mucho y abrazando poco. Hemos pasado de una forma de vida artesana, sin intermediarios, cara a cara, a una vida artificial producida en cantidades industriales en serie: Impersonal. Del yo vivo , al se vive: se lleva, se dice, y se vive de la gente. Apenas nos queda solo morir, pues cada uno muere solo. Pero eso más que hacer, es lo que nos pasa. Lo que ha de pasar, y no la vida que podríamos y deberíamos hacer personalmente.