martes, 5 de mayo de 2020

VERSO SUELTO

    El estado de alarma que padecemos es un estado de excepción. No es normal quedarse en casa y salir por la ventana virtualmente. Ni siquiera es la vista, que no el abrazo, lo que se dice un encuentro. No hagamos de la necesidad una virtud, ni de la soledad - o del aislamiento impuesto- un paraíso. Esta situación solo es saludable para evitar un contagio, en absoluto para negarse a cualquier contacto. ¡Sólo nos faltaría que esta peste nos quitara hasta la esperanza de bajar un día a la calle, de pisar la tierra y de encontrarnos con otras personas! De comprendernos y abrazarnos, de bailar agarrados el baile de la vida que nos ha tocado. Que vivir cuerpo a cuerpo, dar la mano y coger la que se ofrece, arrimar el hombro, abrirse y no encerrarse eso es vivir a tope. Es convivir, una bendición. Y lo otro -vivir a solas- es hablando mal una “hostia”. Nada que ver con el pan que se comparte en la comunión, y todo con una la blasfemia. Lo peor que se puede decirle a uno es nada más y nada a menos que eso: “¡Con su pan se lo coma¡” Esta cuarentena solo vale la pena si al final viene la pascua. Que así sea.

6-5-2020