martes, 16 de octubre de 2018

EXISTENCIA


¿NOS ABRIMOS? ¡ADELANTE!

Estamos de paso; es decir, no estamos: existimos o vamos siendo en cada situación. La existencia humana – la existencia propiamente dicha - no es un estado, es una experiencia en curso de verificación. La persona humana no es un individuo de la misma especie como cualquier otro, y su vida personal no tiene nada que ver con un experimento de laboratorio que cualquiera puede repetir: una manzana siempre cae, ya sea Newton o el frutero quien la eche al aire. El ser humano no es un objeto arrojado por ahí como una piedra al alcance de la mano y un tropiezo para los pies. Tampoco es un vegetal que arraiga en la tierra y crece en su lugar, ni un animal que se mueva por instinto en busca de alimento y de pareja como individuo que está al servicio de la especie. El ser humano mas que estar en la naturaleza, existe en la historia. Podría decirse que no es ecológico, no como las plantas o los animales que tienen su lugar o reserva natural: su nicho y su nido,su casa y su medio. En este sentido es, como dijo Nietzsche. “el animal no fijado todavía”; es decir, inadaptado para vivir naturalmente en un lugar. Por otra parte, es el único animal que puede vivir dondequiera con tal de adaptar el medio a sus existencia y no al contrario.
Aún así el ser humano no está para quedarse aquí y ahora en ningún a lugar, sino de paso para seguir siendo. La planta de los pies es la única que no arraiga y plantarse en su caso -afirmarse- no es para el hombre llegar a casa, sino hundirse en la propia miseria. El que se planta se entierra y se degrada. Ni siquiera es un vegetal, pues no arraiga ni crece en un lugar y se endurece de fijo como las piedras: se encierra. En ese estado el hombre cae por su propio peso en un agujero. Aún así puede ser llevado por lo que se lleva y hasta ser proyectado como un proyectil, pero embalado y encerrado como una bala perdida, como un peso muerto y mortífero, sin salir de sí ni abrirse de suyo a los otros y ante los otros. Bola o bala -¡qué más da! - se dice que cada uno va a lo suyo: no a encontrar-se con otros en un nosotros más amplio. Ese individualismo salvaje es lo que se lleva y nos lleva a la muerte. No menos que el colectivismo. Uno y otro ven solo una parte del hombre: “El individualismo no ve al hombre más que en relación consigo mismo, pero el colectivismo no ve al hombre, no ve más que a la sociedad. En un caso el rostro humano se halla desfigurado, en otro oculto” (M. Buber) . El hombre cabal solo se encuentra en el encuentro, porque es el hombre con el hombre; es decir, la persona humana en relación. No hay Yo sin Tú, y es así como nos encontramos: siendo nosotros. El otro , lejos de ser un obstáculo, es el medio para encontrarse uno a sí mismo. Y el prójimo un atajo para encontrar al Otro si lo hay para todos nosotros.

Vivir es caminar y hacer camino al andar. Es abrirse, no enrollarse y encogerse como un ovillo, ni apretarse y endurecerse como una piedra. Es encontrarse con otros, ser con otros,convivir, compartir el pan y la palabra entre compañeros. No es imitar o seguir, es caminar en compañía. No es estar juntos, es ir juntos. No como ovejas, que eso es dejarse llevar y estar muertos ya como personas. Es caminar cada quien por su cuenta y riesgo y hacer cada quien la experiencia de su vida, una experiencia abierta e irrepetible, en curso. Es caminar siempre con un pie en tierra y otro en el aire, sin descanso, sin anticipar el resultado y dejando la cosecha para el día de la cosecha. Poniendo, eso sí, la esperanza a trabajar. Sintiendo en la marcha el sentido del camino que se abre como una pregunta sostenida que nos sostiene. Como pregunta provocada, como respuesta a una llamada que suena cuando se baila. Como el río que va al mar cuando te mojas, naturalmente. Y si no, nada de nada.

Ese ir de la vida , sin delegar en otro responsabilidad alguna y respondiendo al otro como uno mismo sin relegar a nadie, es el camino que se abre para todos si todos y cada uno nos abrimos, compañeros. El camino en el que se salvan las diferencias y las distancias, que nos acerca a unos y otros en un nosotros cada vez más amplio. El camino del diálogo, de la conversación y de la concordia. Que no es un monólogo de solista que se hace oír, sino más bien un coro en el que todos participamos. Ni la letra que mata y está muerta.


Llegados al final de este rollo, yo me abro. No sin invitar a mis lectores que pongan música a la letra que han leído. Me refiero al espíritu que da vida y que nos hace bailar incluso. Que en el baile está la gracia, la pasada, el exceso y el colmo de la vida. El sentido. Y mejor agarrado, que así es la convivencia. ¿Nos abrimos? Pues eso. Felices fiestas. !Y adelante!


José Bada
10-10-2018














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