miércoles, 25 de abril de 2018

CONCORDIA Y COMPROMISO


¡HAY QUE ANDAR!



Convencer no es solo vencer, es vencer con otro. Es avanzar en el camino, compañero, hacia la victoria final de todos nosotros: que es la paz y la concordia después de todo. Mientras tanto nos queda la pregunta abierta que se cierra por detrás como el camino y se abre hacia delante como el diálogo. La pregunta aquí plantada entre los dos, en el presente. Aquí y ahora, en el espacio donde se tiene el cuerpo: en el lugar, y en el momento en que se toma la decisión.




Recordar el pasado, ver el presente y avanzar hacia el futuro, ex-ponerse, es existir: abrirse al otro, a todos los otros y vivir a fondo perdido. Es salir o abrirse con un pie en tierra y otro en el aire. Es caminar. No es estar ahí como una piedra, que eso es un escándalo o piedra de tropezar en el camino; ni crecer aquí como una planta, que eso es vegetar. Es acaso sembrar y en modo alguno comer hasta la simiente, recomerse o consumirse consumiendo, que eso es morir o acabar sin comenzar tan siquiera a vivir. No es estar en el tiempo, que el tiempo pasa y en el tiempo nada permanece. Es crecer acaso, pero no como las plantas en un lugar. Sino en el camino ,que no es lugar para quedarse ni existe sin caminar. ¡Hay que andar!



¿Convencido? Si es así, lo celebro. Mejor, ¿lo celebramos juntos? Si estamos convencidos podemos dar, compañero, un paso hacia delante poniendo la esperanza a trabajar hasta la concordia final. Paso a paso y los brazos abiertos sin fronteras, como los ojos al horizonte. Como el día que nace. Enterrando el pasado, piadosamente, y anticipando el futuro: comprometidos, metidos en el asunto que nos concierne: en la cuestión que nos abre, y a través de ella y por ella consentidos. Sin andar por ahí por caminos trillados que eso es enrollarse, encerrarse y hundirse en el agujero sin salir ni crecer tan siquiera como plantas. Porque las nuestras, compañero, no tienen raíces. Ni más tierra que la que pisamos al andar , el camino que hacemos al caminar. Como la vida misma.


El ser humano, la persona, más que un producto de la naturaleza es un principio. Es propiamente lo que uno hace de sí , consigo y con los otros, en este mundo. Si no hace nada es como si no fuera. Y si no se hace desde la libertad no se hace en absoluto. Apenas es una cosa entre tantas que se tocan en el espacio y un hecho que pasa entre tantos en el tiempo.


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