La inhumación posible
El
que fue no es un problema. Lo es acaso lo que queda de él: su
reliquia, y más aún sus devotos. Eso es lo que pienso pensando en
Franco. Me temo que la familia - los parientes que le quedan vivos-
compartan su devoción con otros fieles. Pero no tantos como para
convertirse el culto a Franco, el Caudillo que fue, en un serio
problema que sea hoy para el Estado prácticamente insoluble. La
inhumación de sus restos ha pasado a ser en la situación actual
un asunto privado. Mientras que la exhumación de su cadaver, siendo
como es todavía un problema de orden público, no pasa de ser un
problema menor para el Gobierno de una democracia establecida. Le
bastaría con devolver a la familia lo que es suyo, y hacer
invisible para la sociedad lo que sería un escándalo de cuerpo
presente en espacios públicos. Ni el Estado ni la Iglesia pueden
permitirse un culto a Franco. Para el Estado sería una traición
manifiesta y , una profanación intolerable de lo sagrado, si lo
permitiera la Iglesia en un templo. Solo con los suyos,en casa,
estaría en su sitio sin molestar a nadie.
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