ANALFABETOS
EN RELIGIÓN
Si
es cierto como pensaba X. Zubiri que los
tres grandes pilares que sustentan nuestra civilización son la
Religión Judeo-Cristiana, la Filosofía Griega y el Derecho Romano,
habrá que decir también que cualquiera que no conozca la Biblia
ni por el forro es un inculto y al menos aquí, entre nosotros, un
ignorante donde los haya de su propia cultura. Vamos, un
irresponsable que no sabe ni contesta de la media la mitad de lo
que se supone debería saber un ciudadano europeo bien preparado.
Es
una verdad como un templo – o como un pino, para no ofender a
nuestros paisanos laicistas que no quieren ni oír hablar del
asunto- que la religión cristiana es para nuestra civilización
si no un pilar como la ciencia o la filosofía griega, algo que anda
por aquí suelto – o bien atado como folclore, costumbre o
institución- entre los pucheros y que puede saltar donde menos se
piensa como la liebre: ya sea eso templo o catedral, cura u obispo
, tambores de Calanda, el Eccehomo, la Navidad o María Santísima
por decir algo. ¿Cómo se puede ser tan estúpido, intolerante o
fanático, tan irresponsable y cretino para no querer saber nada
del cristianismo en España y de los cristianos que los hay pese a
quien pese y permitir a lo más que se hable de Navidad o de las
procesiones de Semana Santa en la escuela a título de inventario,
ni más ni menos que del Islam y la Fiesta del Cordero?
Recientemente
un amigo - que colaboró conmigo hace cuarenta años en un programa
y en la edición de unos textos “para la enseñanza crítica de la
religión” en la escuela, publicados por supuesto sin licencia
eclesiástica y difundidos no obstante y a pesar del clima
dominante hasta que sucedió lo que tenía que suceder entonces:
prohibir su uso en las clases de religión, lo mismo que pretenden
hoy hacer con dichas clases de religión en la escuela pública
aunque por otros motivos los laicistas o ateos de mala calidad - me
envió un artículo publicado en El País el 12 de marzo por Juan
G. Bedoya con el título “El analfabetismo religioso de los
españoles” , en el que el autor denuncia la enseñanza
confesional del catolicismo en la escuela a la par que lamenta
la crasa ignorancia que padecen sobre ese tema aquellos alumnos que
no asisten a dicha enseñanza sin más alternativa. Hasta el
extremo, afirma, que algunos jóvenes ni siquiera saben cómo se
llamaba ese que ven clavado en una cruz.
Es
lamentable que después de la transición a la democracia el
fanatismo de acá y de acullá, la intransigencia y el uso
estratégico de la palabra entre los clérigos de vieja y nueva
observancia, consagrados y escolarizados por la escuela, madre y
maestra, secta o iglesia - que el nombre no viene al caso- vaya en
aumento y estén a la greña en defensa de su verdad, en vez de
abrirse a la Verdad que nadie tiene en el bolsillo y salir todos a
buscarla juntos aunque no revueltos.
La
educación para la ciudadanía es para la libertad y la
responsabilidad y, por tanto, para la convivencia y la solidaridad.
No es mera información ni formación de prietas las filas, no es
instrucción castrense ni mera escolarización, ni simple enseñanza
de las respuestas acreditadas para las preguntas programadas. Nada
que ver con el adoctrinamiento y mucho con la libre opción
existencial y, por tanto, con la enseñanza crítica y responsable.
En ese espacio abierto a la educación ha lugar la decisión
responsable para creer o no. Y, por tanto,la enseñanza crítica de
la religión. Una iglesia de cristianos adultos es una asamblea de
hombres libres. La libertad de la fe, sin la cual sería imposible,
es un bien para la misma Iglesia. La fe no es una consecuencia
necesaria, es un principio; como el amor, que también es libre. Y
eso, la caridad, la mejor gala con la que luce la fe en el mundo.
Una iglesia de cristianos libres es también un vivero de ciudadanos
responsables. No menos que un ateísmo libre y responsable, de
calidad.
Pensar solo para no creer es un error, lo mismo que creer solo para
no pensar. Lo razonable es pensar los unos en las razones de los
otros. No querer ni hablar porque no se quiere escuchar, no es de
recibo. Es de fanáticos de uno y de otro bando.
Si
no conocer la Biblia ni por el forro es crasa ignorancia,
tragársela sin pensar es pura superstición. Nada razonable me es
ajeno. El fanatismo de acá y de allá no es razonable. Todos los
fanáticos gritan porque no escuchan y quieren que se les oiga,
¡oye!, para ocupar el silencio y llevarse a los otros como
ovejas....al matadero.
El
pacto por la educación debería ser sobre todo y ante todo un
pacto desde la libertad y la responsabilidad, para que los alumnos
aprendan a convivir libre y responsablemente en este mundo que es
como es y puede ser mejor si lo cambiamos de común acuerdo.
José
Bada
23-3-2017
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