martes, 28 de marzo de 2017

ENSEÑANZA CRÍTICA DE LA RELIGIÓN

ANALFABETOS EN RELIGIÓN




Si es cierto como pensaba X. Zubiri que los tres grandes pilares que sustentan nuestra civilización son la Religión Judeo-Cristiana, la Filosofía Griega y el Derecho Romano, habrá que decir también que cualquiera que no conozca la Biblia ni por el forro es un inculto y al menos aquí, entre nosotros, un ignorante donde los haya de su propia cultura. Vamos, un irresponsable que no sabe ni contesta de la media la mitad de lo que se supone debería saber un ciudadano europeo bien preparado.


Es una verdad como un templo – o como un pino, para no ofender a nuestros paisanos laicistas que no quieren ni oír hablar del asunto- que la religión cristiana es para nuestra civilización si no un pilar como la ciencia o la filosofía griega, algo que anda por aquí suelto – o bien atado como folclore, costumbre o institución- entre los pucheros y que puede saltar donde menos se piensa como la liebre: ya sea eso templo o catedral, cura u obispo , tambores de Calanda, el Eccehomo, la Navidad o María Santísima por decir algo. ¿Cómo se puede ser tan estúpido, intolerante o fanático, tan irresponsable y cretino para no querer saber nada del cristianismo en España y de los cristianos que los hay pese a quien pese y permitir a lo más que se hable de Navidad o de las procesiones de Semana Santa en la escuela a título de inventario, ni más ni menos que del Islam y la Fiesta del Cordero?

Recientemente un amigo - que colaboró conmigo hace cuarenta años en un programa y en la edición de unos textos “para la enseñanza crítica de la religión” en la escuela, publicados por supuesto sin licencia eclesiástica y difundidos no obstante y a pesar del clima dominante hasta que sucedió lo que tenía que suceder entonces: prohibir su uso en las clases de religión, lo mismo que pretenden hoy hacer con dichas clases de religión en la escuela pública aunque por otros motivos los laicistas o ateos de mala calidad - me envió un artículo publicado en El País el 12 de marzo por Juan G. Bedoya con el título “El analfabetismo religioso de los españoles” , en el que el autor denuncia la enseñanza confesional del catolicismo en la escuela a la par que lamenta la crasa ignorancia que padecen sobre ese tema aquellos alumnos que no asisten a dicha enseñanza sin más alternativa. Hasta el extremo, afirma, que algunos jóvenes ni siquiera saben cómo se llamaba ese que ven clavado en una cruz.

Es lamentable que después de la transición a la democracia el fanatismo de acá y de acullá, la intransigencia y el uso estratégico de la palabra entre los clérigos de vieja y nueva observancia, consagrados y escolarizados por la escuela, madre y maestra, secta o iglesia - que el nombre no viene al caso- vaya en aumento y estén a la greña en defensa de su verdad, en vez de abrirse a la Verdad que nadie tiene en el bolsillo y salir todos a buscarla juntos aunque no revueltos.

La educación para la ciudadanía es para la libertad y la responsabilidad y, por tanto, para la convivencia y la solidaridad. No es mera información ni formación de prietas las filas, no es instrucción castrense ni mera escolarización, ni simple enseñanza de las respuestas acreditadas para las preguntas programadas. Nada que ver con el adoctrinamiento y mucho con la libre opción existencial y, por tanto, con la enseñanza crítica y responsable. En ese espacio abierto a la educación ha lugar la decisión responsable para creer o no. Y, por tanto,la enseñanza crítica de la religión. Una iglesia de cristianos adultos es una asamblea de hombres libres. La libertad de la fe, sin la cual sería imposible, es un bien para la misma Iglesia. La fe no es una consecuencia necesaria, es un principio; como el amor, que también es libre. Y eso, la caridad, la mejor gala con la que luce la fe en el mundo. Una iglesia de cristianos libres es también un vivero de ciudadanos responsables. No menos que un ateísmo libre y responsable, de calidad.

Pensar solo para no creer es un error, lo mismo que creer solo para no pensar. Lo razonable es pensar los unos en las razones de los otros. No querer ni hablar porque no se quiere escuchar, no es de recibo. Es de fanáticos de uno y de otro bando.

Si no conocer la Biblia ni por el forro es crasa ignorancia, tragársela sin pensar es pura superstición. Nada razonable me es ajeno. El fanatismo de acá y de allá no es razonable. Todos los fanáticos gritan porque no escuchan y quieren que se les oiga, ¡oye!, para ocupar el silencio y llevarse a los otros como ovejas....al matadero.
El pacto por la educación debería ser sobre todo y ante todo un pacto desde la libertad y la responsabilidad, para que los alumnos aprendan a convivir libre y responsablemente en este mundo que es como es y puede ser mejor si lo cambiamos de común acuerdo.

José Bada

23-3-2017

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