martes, 12 de julio de 2016

Desde Jaraba

POLÍTICOS, NO  IDIOTAS
       
          Alejado del  mundanal  ruido, en el balneario de La  Virgen   de Jaraba , donde los jubilados se dicen adiós  y los peces te besan la espalda cuando nadas mirando al cielo  sin guardar la ropa ni la casa, despreocupado, relajado, libre y abandonado como solo puede estarlo  un viejo en este  país  gracias a Dios y al IMSERSO  que no nos lo quiten [cruzo los dedos para evitarlo, ya me entienden]   escribo  mientras  vuelan las águilas  y los buitres,  las palomas  anidan  en los huecos  de las rocas imponentes  que están   ahí   - inertes, sin corazón ni entrañas-   sin moverse , y  crecen las hierbas y los  árboles  en silencio:   como  la vida que les sale de dentro - elemental y humilde-  y se demora aunque   solo sea para quedarse  en su lugar  como un presente.   Que  es para ti, para mí y  para todos nosotros.  Gracias, venga de donde venga el regalo.

Pero mientras  aquí   la  naturaleza dura, crece o se mueve  naturalmente, sé que  pasa por ahí  la historia   deprisa, con ruido y pocas nueces. Y por eso escribo  con temor y temblor después de unas   primeras  elecciones que  ya  fueron en vano y antes de otras que podrían ser necesarias en este país  si cada   partido  va a lo suyo y todos  nos llevan a ninguna parte.    

Aunque sea  lo mejor  – como creen  algunos-  no pensar en vacaciones y nunca los jubilados,  pienso –luego  existo-  que debo  pensar y escribir. Al  menos  para que no  se interprete  nuestro   silencio como desinterés, resignación  o consenso,  por no hablar   de complicidad con lo que hagan los malos políticos a quienes ya les dimos el voto  y nos pueden bajar la pensión. Y a los que  no voy  a pretender ahora darles de qué  pensar, por supuesto, ni  menos   convencerles  de nada si lo precisaran - es un suponer-  por no haber  aprendido aún de sus errores.  Así  que quiero sólo unir  mi voz a la  de los ciudadanos que  no pueden callarse, ni deben,  si  es que quieren  salvar  aún  la esperanza  con desespero a pesar de las expectativas.  El mejor de los programas  es para cada partido el suyo, como es obvio. Pero  aquello   mejor de lo cual nada cabe  pensar  puede ser   en la práctica enemigo de lo bueno no sólo para el partido  que  así  lo  piensa - como PODEMOS, UNIDOS o no  pongo por caso-  sino además  cómplice de lo peor  para todos aunque no lo piense ni lo  desee ese partido.

  Antes de   salir de una situación  dada o de una crisis difícil aparentemente sin salida hay que pensarlo dos veces,  mirar por la ventana  - que la vista alcanza más  desde lo alto- pero sin precipitarse por ella.   Que el que sale volando cae por su propio peso,  y   todos saben o deberían  saber que se sale por la puerta   y  que se hace  el camino al andar paso a paso: con un pie en tierra y otro en el   aire.  Que sólo es virtual  el  camino  que   se proyecta  desde la ventana y, mortal, cuando   se sale volando.  Pedir peras al olmo es de necios   cono bien dice el  refrán,  o   de listillos  que  se proponen  conseguir para sí  lo que no dicen cuando   prometen  la luna.  Cuidado, en  este caso hay que fijarse  en el dedo  y no en la luna;  y mejor aún en los dedos  o   la mano entera si no quieres que te la metan, ya sea  la derecha o la izquierda  pues eso nunca se sabe.          Llegados al cabo  de la calle, hay que atar cabos  si queremos salir de una   situación terminal semejante a una plaza o espacio abierto a donde han ido a parar todas las historias  particulares.    Y si todos  queremos  peras,  se preguntarán conmigo  por  qué diantres  no estamos de acuerdo al menos en arrancar el olmo y plantar un peral.  ¿No será que esa plaza  hoy por hoy  es solo   la del  mercado  común, y la que fue antes la de la iglesia  no es aún  la de la razón común y solidaria?   Asolado  el templo y el zócalo,  sin Dios a la vista o la bandera, ese centro estaría  dominado por la mano invisible de una economía  al  servicio del dinero. Caídas las fronteras, se levantarían los prejuicios por todas partes: ya no  habría  retaguardias y el  frente  pasaría por donde   menos  se piensa  dividiendo a grupos y personas.  ¿Es  por eso  que crece la xenófobia  por doquier,  aumenta el  miedo y  la gente se mete contra  los  refugiados  -- que no lo son , qué más  quisieran los pobres-   cuando busca y no sabe dónde   meterse sin  caer en el hoyo de un  egoísmo salvaje.   Pero la alternativa a la plaza  del mercado donde todos compiten con  desigual fortuna no  es recluirse en la propia casa, o en la propia piel de los intereses individuales y sálvese  quien pueda,   sino la plaza de la convivencia y del diálogo:  un  espacio abierto para personas abiertas, hombres y mujeres responsables, ciudadanos  todos emplazados  aquí y ahora   para desplazarse juntos.  Para comenzar  por fin la historia que nunca fue: la historia de la humanidad. No la  de un pueblo, nación o comunidad concreta.  Sino en comunicación permanente; es decir, en camino. Y para  eso se necesitan  compañeros solitarios y solidarios:  políticos, no idiotas.        

José Bada
6-7-2016

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