POLÍTICOS, NO IDIOTAS
Alejado del mundanal ruido, en el balneario de La Virgen de Jaraba , donde los jubilados se dicen adiós y los peces te besan la espalda cuando nadas mirando al cielo sin guardar la ropa ni la casa, despreocupado, relajado, libre y abandonado como solo puede estarlo un viejo en este país gracias a Dios y al IMSERSO que no nos lo quiten [cruzo los dedos para evitarlo, ya me entienden] escribo mientras vuelan las águilas y los buitres, las palomas anidan en los huecos de las rocas imponentes que están ahí - inertes, sin corazón ni entrañas- sin moverse , y crecen las hierbas y los árboles en silencio: como la vida que les sale de dentro - elemental y humilde- y se demora aunque solo sea para quedarse en su lugar como un presente. Que es para ti, para mí y para todos nosotros. Gracias, venga de donde venga el regalo.
Pero mientras aquí la naturaleza dura, crece o se mueve naturalmente, sé que pasa por ahí la historia deprisa, con ruido y pocas nueces. Y por eso escribo con temor y temblor después de unas primeras elecciones que ya fueron en vano y antes de otras que podrían ser necesarias en este país si cada partido va a lo suyo y todos nos llevan a ninguna parte.
Aunque sea lo mejor – como creen algunos- no pensar en vacaciones y nunca los jubilados, pienso –luego existo- que debo pensar y escribir. Al menos para que no se interprete nuestro silencio como desinterés, resignación o consenso, por no hablar de complicidad con lo que hagan los malos políticos a quienes ya les dimos el voto y nos pueden bajar la pensión. Y a los que no voy a pretender ahora darles de qué pensar, por supuesto, ni menos convencerles de nada si lo precisaran - es un suponer- por no haber aprendido aún de sus errores. Así que quiero sólo unir mi voz a la de los ciudadanos que no pueden callarse, ni deben, si es que quieren salvar aún la esperanza con desespero a pesar de las expectativas. El mejor de los programas es para cada partido el suyo, como es obvio. Pero aquello mejor de lo cual nada cabe pensar puede ser en la práctica enemigo de lo bueno no sólo para el partido que así lo piensa - como PODEMOS, UNIDOS o no pongo por caso- sino además cómplice de lo peor para todos aunque no lo piense ni lo desee ese partido.
Antes de salir de una situación dada o de una crisis difícil aparentemente sin salida hay que pensarlo dos veces, mirar por la ventana - que la vista alcanza más desde lo alto- pero sin precipitarse por ella. Que el que sale volando cae por su propio peso, y todos saben o deberían saber que se sale por la puerta y que se hace el camino al andar paso a paso: con un pie en tierra y otro en el aire. Que sólo es virtual el camino que se proyecta desde la ventana y, mortal, cuando se sale volando. Pedir peras al olmo es de necios cono bien dice el refrán, o de listillos que se proponen conseguir para sí lo que no dicen cuando prometen la luna. Cuidado, en este caso hay que fijarse en el dedo y no en la luna; y mejor aún en los dedos o la mano entera si no quieres que te la metan, ya sea la derecha o la izquierda pues eso nunca se sabe. Llegados al cabo de la calle, hay que atar cabos si queremos salir de una situación terminal semejante a una plaza o espacio abierto a donde han ido a parar todas las historias particulares. Y si todos queremos peras, se preguntarán conmigo por qué diantres no estamos de acuerdo al menos en arrancar el olmo y plantar un peral. ¿No será que esa plaza hoy por hoy es solo la del mercado común, y la que fue antes la de la iglesia no es aún la de la razón común y solidaria? Asolado el templo y el zócalo, sin Dios a la vista o la bandera, ese centro estaría dominado por la mano invisible de una economía al servicio del dinero. Caídas las fronteras, se levantarían los prejuicios por todas partes: ya no habría retaguardias y el frente pasaría por donde menos se piensa dividiendo a grupos y personas. ¿Es por eso que crece la xenófobia por doquier, aumenta el miedo y la gente se mete contra los refugiados -- que no lo son , qué más quisieran los pobres- cuando busca y no sabe dónde meterse sin caer en el hoyo de un egoísmo salvaje. Pero la alternativa a la plaza del mercado donde todos compiten con desigual fortuna no es recluirse en la propia casa, o en la propia piel de los intereses individuales y sálvese quien pueda, sino la plaza de la convivencia y del diálogo: un espacio abierto para personas abiertas, hombres y mujeres responsables, ciudadanos todos emplazados aquí y ahora para desplazarse juntos. Para comenzar por fin la historia que nunca fue: la historia de la humanidad. No la de un pueblo, nación o comunidad concreta. Sino en comunicación permanente; es decir, en camino. Y para eso se necesitan compañeros solitarios y solidarios: políticos, no idiotas.
José Bada
6-7-2016
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