ATENTAMENTE
Se
mira pero no se toca, esa es la consigna. O la advertencia, mejor
dicho. Pero eso es tanto como pedir lo imposible, o la excepción que
no la norma. Porque es el tacto, y no la vista, el sentido de la
realidad. No se come con los ojos. No se muerde ni se besa con ellos,
pero eso es lo de menos. Y poco lo que se salva si se pierde el amor
que da la vida. Claro que lo uno: el respeto, no quita el afecto. Ni
prohíbe el abrazo la comprensión.
Una
persona atenta, que comprende y respeta, puede ser afectuosa siempre
y cuando mire por el bien de la persona amada. Guardar las
distancias, no es necesariamente guardarse del otro ni curarse en
salud. Puede ser una conducta egoísta que no va a ninguna parte, en
la que uno se cierra y se entierra en un agujero sin salida. Vivir es
convivir, compartir el pan y la palabra con otras personas. Y el
camino que va a casa, a la de todos los compañeros y compañeras.
El
estado de alarma que padecemos es un estado de excepción. No es
normal quedarse en casa y salir por la ventana virtualmente. Ni
virtuoso si no es por necesidad. Ni saludable si solo se hace para
evitar el contacto y el contagio. Solo faltaría que la peste nos
quitara la esperanza de bajar a la calle, de pisar la tierra y
encontrarnos con los otros. De comprendernos y abrazarnos, de bailar
agarrados el baile de la vida que nos ha tocado. Vivir cuerpo a
cuerpo, dar la mano y coger la que se ofrece, abrirse y no encerrarse
eso es vivir a tope. Es convivir, es una bendición. Y lo otro -vivir
a solas- hablando mal es una hostia. Y una blasfemia, una maldición,
decirle a uno “con su pan se lo coma”.
Eso
es lo que pienso. Y lo que digo y escribo, para que no quede en una
paja mental. Que eso sería onanismo. Buen provecho, compañeras y
compañeros que hasta aquí habéis llegado.
Muchas
gracias por vuestra atención.
José R. Bada
2-4-2020
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