CUARENTA AÑOS DESPUÉS
El pasado miércoles 14
de este mes se celebró en la Biblioteca Pública de Aragón un
acto entrañable para recordar el 40 aniversario de las primeras
elecciones de la democracia vigente y el impresionante mitin
electoral de Unidad Socialista en la plaza de toros. Tras la
presentación del acto conmemorativo, sin duda merecido y quizás
nostálgico, por M. Contreras y la intervención de otros testigos
del pasado - o de Ángela Labordeta que lo fue en el acto de la
ausencia de su padre y compañero nuestro José Antonio- y la de
Emilio Gastón que cerró el acto solmene oficialmente como le tocaba
cantando como poeta como algunos esperaban o temían - que de todo hay en esa viña desde su
origen- se invitó a tomar la palabra a los asistentes entre los
que había participantes de la misma historia con desigual fortuna. Es lo que hizo Luis Germán, por ejemplo, que estaba a mi lado y yo
mismo a continuación.
Lo que me apetece ahora
a mayor abundamiento como quien siembra a boleo por si acaso
llueve, es escribir un artículo sobre dicho acto y los años
pasados en esta tierra en vez de comerme la simiente o los
recuerdos sin esperanza alguna. Lo que hago precisamente recién
llegado de mi pueblo - que es el pueblo del “caso del cura de
Favara” , Wirberto que se enfrentó con Cantero Cuadrado- a
donde me trasladé para preparar la próxima jornada de reflexión y
debate que todos los años celebrá allí la asociación que lleva su
nombre. Y apenas unas horas después de cerrarse el Congreso del
PSOE en Madrid con las albricias de Pedro Sánchez , revivido, y el
canto a coro de e la Internacional.
Para comenzar diré que
a mis años la esperanza me parece escasa y, después de los
últimos, que la historia por hacer se ha hecho cada vez más
difícil a medida que la moral o coraje - que es la esperanza que
trabaja- en vez de crecer o crecerse ha bajado en todas partes.
Lo que recordaba su hija y cantaba su padre: lo del “ cierzo que
arranca los matojos” -para ella una nana, para nosotros un canto
de batalla que no dejaba dormir- suena hoy para todos como una
pesadilla. Lo mismo que la otra: “ Planta un árbol sobre la tierra
yerma y ayúdale a crecer, igual al socialismo que tenemos que
hacer...”. Porque lo que ha crecido ha sido su hija, pero no el
socialismo y con la ausencia del profeta nos ha quedado pendiente
también la profecía que no vemos hoy hasta donde alcanza la
vista. Pensando en mis recuerdos o trayendo al corazón lo que
sentía, me sube a la boca lo que no puedo callar. Que plantamos un
socialismo que se quedó en la adolescencia. Y que llegados a lo que
hemos llegado: a pelar la pava en las tertulias en vez de hacer la
historia que contamos los viejos, me dan ganas de pelar cebollas
aunque sea llorando a solas y dejar la historia por hacer que tampoco
hacen los jóvenes.
No es que mire solo al
futuro que tengo cada vez menos como los viejos y eso es , además,
de la derecha que tiene mucho que ocultar del pasado. No quiero ser
quien se ponga cruces o medallas en el pecho y lo saque hacia
delante. Ni tampoco quien oculte la rosa o la cruz que tiene detrás.
No es eso, si recuerdo el pasado es solo para sembrar. Y porque me
molesta el cinismo de los imputados que sacan pecho mientras no
les juzguen y de los políticos que miran solo hacia delante para que
nadie lo haga. Como si los hechos del pasado que es lo único que
podemos juzgar fueran impunes. Y creíbles las promesas que solo son
para cumplir y ser juzgadas cuando se vea qué se hizo con ellas.
Como si la amnistía fiscal fuera entonces un mérito y no un delito,
y hoy un olvido antes que una deuda y hasta una cruz en el pecho y
no una caca en el culo. ¿Mirar hacia delante, Sr. Rajoy? ¡Anda ya!
Los que sí tienen que
mirar hacia delante son los que pueden y tienen que mirar también
al pasado, sin avergonzarse de la cruz que han llevado y de la que
algo les queda si no me equivoco. Estoy pensando en los orígenes de
la izquierda en Aragón y el trasvase de militantes de origen
cristiano a las partidos y sindicatos de la izquierda. Me remito
a un estudio sociológico que hice al respecto en colaboración con
B. Bayona y Luis Betés -que en paz descanse- después de las
primeras elecciones y del que recordaré aquí solo un dato
significativo: el 66 % de los candidatos en las candidaturas de los
partidos de la izquierda eran cristianos destacados que militaron
antes en organizaciones de la Iglesia. Más de uno, pasados los
años, oculta hoy sus antecedentes en una sociedad desmoralizada
en la que muchos alardean incluso de no ser creyentes. Pero dejen
que les diga que yo he sido cura y que me pregunte y les pregunte a
todos si tiene que ver algo esta pérdida u olvido con la
desmoralización que padecemos en el presente y el individualismo
salvaje que nos hunde en la miseria.
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