EL CAMINO Y LA VERDAD
El
diccionario de Oxford ha declarado palabra del año a la inglesa
post-truth, cuya definición
se refiere a “las circunstancias
en las cuales los hechos objetivos influyen menos en la formación de
la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la
creencia personal”. Y que ha sido traducida al castellano
como posverdad o posfactual.
Este “evento” - valga la licencia, que no la invocación de un
santo que tampoco es de mi devoción - en el que se reconoce el
éxito de un vocablo al introducirlo en el panteón de las grandes
palabras, más que a un enriquecimiento de la lengua nos remite a un
hecho social que empobrece a la humanidad que nos hace humanos y
entierra al humanismo en el depósito de una tradición -o mejor,
traición perversa- que nada tiene de santa. Reducida la razón al
conocimiento científico en la Modernidad y descartada la
metafísica como ciencia, licenciada la filosofía especulativa o
fuera de servicio los filósofos, aliviados los humanos no ya de la
fe religiosa sino incluso de los postulados de la razón práctica
que pedía Kant y más tarde de la fe filosófica que profesara
todavía Karl Jaspers entre otros y, por tanto, de una ética
mínima para todos, en un mundo cada vez más desmoralizado, sin
valor ni valores con fundamento “racional”, se ha dejado para
la Posmodernidad -por decir algo- o “posmodernez” - como decía
Aranguren si no recuerdo mal- la razón instrumental para dominar la
naturaleza y andar como Pedro por su casa.
Si
antes los hombres se entendían hablando - eso es lo que se dijo- y
se pensó que la fuerza era la última razón, en este mundo donde
todos gritan y compiten ha pasado a ser la primera y la única. La
palabra para entenderse en realidad de verdad, la palabra cabal que
es el diálogo, ha sido sustituida no solo en política, aunque
también, por la polémica o el uso estratégico del lenguaje para
vencer y llevarse el gato al agua ya se trate del electorado en las
urnas o de la clientela en el mercado; es decir, para que la gente
trague y consuma lo que le echen: productos ecológicos o ropas de
marca, títulos académicos o conocimientos acreditados, eventos de
no te los pierdas o una gran experiencia de no te menees.
La
posverdad, lo que viene después o nos queda de la verdad, es hoy la
apariencia de la verdad. ¿Un homenaje de un pobre diablo a la verdad
o, quizás, incluso al mismo Dios? Un residuo o reliquia, basura
después de todo, como la camisa que deja atrás la serpiente. La
mentira perfecta o consumada, el no va más, la verdadera mentira de
quien sabe mentir como nadie, del experto que miente hasta el punto
de no retorno. ¿Que se coge más pronto a un mentiroso que a un
cojo? Eso era antes, pero con la ciencia se ha progresado también en
esto lo que se dice una barbaridad.
Reducido
el conocimiento a un saber hacer y el habla a una herramienta,
importa hacer con palabras lo que uno quiere sin pillarse los dedos.
La seguridad y el corto plazo para manejarse en este mundo, para
andar por casa sin pensar en el camino, sin salir al encuentro de
los otros y con los otros, que cada día tiene su afán y bastante
tiene uno con el suyo para preocuparse de los demás. Esa es la
verdad, tu verdad, la posverdad, la que funciona y mientras funcione.
Pero ya dijo Machado: “Tu verdad no, la Verdad / Y ven conmigo a
buscarla / La tuya, guárdatela”. O como dijo aquel: “Yo soy el
camino, la verdad y la vida”; es decir, sin separar lo uno de lo
otro: la verdad del camino que es el sentido, y la vida que hace la
verdad haciendo su camino. Solo el camino es nuestro, la Verdad
propiamente la que buscamos y el sentido tu verdad en cada paso,
compañero.
La
posverdad es un asunto y una tema de políticos, periodistas,
charlatanes y mercaderes. Y el problema de todos es el camino, la
verdad y la vida que hacemos. Un problema que se resuelve,eso
espero, si nos abrimos y nos largamos. Que la vida es una experiencia
abierta, en curso de verificación, un camino que sigue. No un
experimento de laboratorio que se repite y cualquiera puede hacer en
principio al menos si le subvencionan. Hacer libremente lo que uno
cree que debería hacer es algo muy personal. La igualdad de
oportunidades para hacer todos lo mismo si lo desean no se da en
este mundo, que es injusto. La responsabilidad, en cambio, es
diferente, pero tampoco abunda. Y esto no es bueno para nadie.
José
Bada
5.12-2016
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