martes, 25 de septiembre de 2018



LA FRANJA
El 11 de Septiembre de 17l4, las tropas borbónicas tomaron la ciudad de Barcelona en la Guerra de Sucesión. Esa victoria fue para los catalanes una derrota y el principio del fin de sus instituciones arrasadas por imperativo legal con los Decretos de Nueva Planta en 1716. No obstante, haciendo de tripas corazón y de acuerdo con su Estatuto, los catalanes celebran su Fiesta Nacional el día 11 de septiembre año tras año en plena democracia. Un pueblo que de las piedras hace pan, es capaz de hacer de una derrota un derrotero. Que así sea es lo que yo deseo para ellos y para todos nosotros, compañeros de acá y de allá: “de més entadins” o “de més entafora”, por decirlo en la propia lengua y desde la perspectiva de mis paisanos aragoneses que también la hablan.
Nací en Favara del Matarranya, que de allí era mi madre y mi padre de Vilalba dels Arcs en la Terra Alta de Tarragona más allá de Batea. Soy de una comarca oriental de Aragón donde se habla catalán como siempre, pero sin complejos desde hace algunos años. Lo que hablamos allí ya no es aún lo que no podía decirse, es sencillamente catalán y a mucha honra. Ni más ni menos, ni mejor ni peor que lo que hablan valencianos y mallorquines. “Si fa o no fa” como en Girona. No es chapurreau, que eso es un mal nombre por decir algo y silenciar lo que más importa.
Las comarcas orientales de Aragón que comparten el habla y mucho más con las occidentales de Cataluña se llaman ahora con frecuencia La Franja. Para evitar malentendidos y para entendernos hablando, quisiera pensar que le atribuimos todos a ese término un mismo significado: el de una banda ancha con dos orillas o “vores” que se corresponden “de vora a vora” y en modo alguno como dos “bordes” que no se hablan, muro de separación y menos tierra de nadie entre trincheras enemigas. En esa Franja, compañeros, estoy seguro de encontrar hilo suficiente para hacer un bordado entre vecinos donde otros se empeñan en hacer hoy un descosido. En la Franja nos encontramos unos y otros, catalanes y aragoneses: todos nosotros.
Los aragoneses de la Franja hablamos catalán. Como nuestros vecinos catalanes que hablan también castellano sin ningún problema si viene al caso para entenderse con otros españoles. Por cierto, desde nuestra perspectiva lo que se habla más allá de Caspe - aguas arriba del Ebro- es el castellano y no el español , que españolas son todas las lenguas de este país que habitamos los españoles. Hay razones para pensar que la Franja es el medio - y no el remedo- entre castellanos de Castilla y “castlanes” de “Castlonia” De modo que el contencioso, de haberlo, so sería entre villanos sino entre burgueses de ambos lados. La hipótesis de Balari sobre la etimología de “Catalunya” no es en absoluto despreciable.
La Franja es un espacio de convivencia, de buena vecindad, bajo un mismo sol y con los pies en tierra, abierto. Quiero pensar que hospitalario, aquí y a la vez en todo: la quiero, es mi tierra. Y en ella y por ella estoy en el mundo. Por ella saldría a la calle. No para cerrar el paso a nadie, sino para tender puentes y la mano a todo el mundo. Amo la libertad y barrunto en mi tierra, respiro, un aire que sopla donde quiere, un espíritu libre. Nada que ver con el capricho, que es la libertad de las cabras. Ni con la real gana, ni siquiera con el derecho a decidir atribuido a los pueblos. Que no son los pueblos los que deciden, ni las personas en su nombre. Aquellos no son personas, sino supuestos: ídolos cuyo nombre usan en vano los ciudadanos. Y éstos, las personas, los únicos que tienen derecho a decidir.....responsablemente . ¡Y el deber!
Salir a la calle es lo que piden estos días los políticos del “Procés” desde las instituciones catalanas en nombre de Catalunya y en su defensa. Es una pasada que no va a ninguna parte. Si pudieran llevarse esa tierra como los caracoles la casa encima poco a poco al Pacífico, lo comprendería. Pero dado que no es posible, les digo que se entiendan con los vecinos y no pierdan el tiempo sacando los cuernos. Porque eso no es una salida, ni un derrotero: es una derrota. Y su apego a la tierra, más que devoción, solo es mala baba.

José Bada
4-9-2018






































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