VALE MÁS UNA IMAGEN
Una
imagen repetida mil veces capta más votos que mil palabras
articuladas en un discurso coherente.
Para competir con la imagen la
palabra tiene que perder peso, ganar plasticidad y quedarse en los
huesos de un eslogan. Y aún así lleva las de perder. La imagen se
extiende en el espacio y la palabra se explica en el tiempo, y en
cualquier campaña (sea esta militar, comercial o electoral) lo
decisivo es ocupar cuanto antes el campo – o la pantalla- y no
perder el tiempo dando explicaciones. Lo primero da el golpe, lo
segundo solo da que pensar.
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