DESAMORTIZACIÓN CULTURAL
El grupo de PODEMOS en
las Cortes de Aragón se ha propuesto solicitar el apoyo del pleno
para instar al gobierno socialista que inste a su vez por vía
judicial la anulación del registro de la catedral de Jaca
realizado recientemente por el Obispado jacetano y reclame su
titularidad como bien de dominio público para disfrute de los
ciudadanos. Un partido político como Podemos hace siempre lo que
puede, por supuesto; obviamente con frecuencia lo que debe , y el
ridículo de vez en cuando.
Escribo estas líneas
sin perder de vista el “evento” de la Ofrenda que sigo a ratos
desde mi ventana y en directo por los medios de comunicación.
Escuché también y vi el sábado pasado el pregón por la misma
pantalla desde el sofá, cómodamente, puesto en escena en el
balcón del ayuntamiento según el protocolo previsto para el acto
que permitía y permitió en efecto una liturgia laica y una
interpretación de las fiestas de la Virgen del Pilar: “los
pilares”, como si se tratara de un festejo profano a “las
pilares” de Aragón. No obstante veo hoy y me complace ver en la
Ofrenda al alcalde y al consejero de Cultura, felices ambos entre la
gente, y al mismo pueblo crecido y recrecido con flores a María en
la misma plaza y con igual entusiasmo que en el pregón. Celebro la
enmienda de nuestros ediles, que han sabido estar aquí, sin
confundir el culo con las témporas o el Estado laico con la sociedad
real que no es laica sino plural y pluralista como deseo en el
mejor de los casos. Y opino que no ha sido para hacer votos por
devoción, ni pensando en los votos por afición.
Lo que no entiendo, por
otra parte, es la iniciativa política de reclamar como bien
cultural de dominio público la catedral de Jaca. No menos que el
ya manido y fracasado intento de intervenir los políticos en el
conflicto de los bienes de la Franja. Es un asunto de la Iglesia,
eso creo. El Papa sabrá lo que hace en su casa y con su pan se
lo coma, o con los suyos. Reivindicar desde el gobierno esos bienes
para Aragón no solo supone una confusión anacrónica de lo divino y
lo humano, sino incluso - y esto me parece lo más grave- un
desprecio de la cultura que esas obras de arte representan y un
mezquino aprecio de los objetos que se codician. Me recuerda lo que
me dijo un compañero, a la sazón alcalde socialista y diputado de
la Provincial de Zaragoza, respecto a lo que deberían hacer con la
ayuda de la Diputación General: traer de nuevo a los monjes a
Veruela para que cantaran gregoriano y promover así el turismo de
la zona. ¿Qué se quiere hacer con la catedral de Jaca, para qué
la quieren? Si la quieren para que canten los canónigos, ya está
bien como está. Mejor así que una jaula vacía. Y un parque
temático con figurantes incluidos siempre será más atractivo que
un museo. Cosa distinta son los privilegios fiscales de la Iglesia en
España y los acuerdos con el Vaticano no menos anacrónicos que los
avalan, todavía vigentes, y que deberían sin duda revisarse.
El término
“desamortización” se refiere a una política que libera de
las manos muertas los bienes inalienables para que entren en el
mercado. Pero hablando de la Iglesia y de sus bienes el término se
extiende a las personas, a las costumbres, a los valores, a las
ciencias, a la cultura, a la política y al mundo en general que se
emancipa de su dominio para entrar en razón con plena autonomía.
En cuyo caso, a mi juicio, es preferible hablar de “secularización”.
No obstante hay quien utiliza indistintamente los dos términos,
como es el caso de J. Habermas. Quien por cierto habla de la
desamortización del cristianismo o de una secularización
inacabada. Entendida ésta como un proceso de transferencia de
contenidos preferentemente éticos y de motivación moral de las
comunidades cristianas al mundo, y de emancipación del mundo de
las iglesias y asimilación racional de dichos contenidos
cristianos. La compasión, el perdón, la opción por los pobres, la
justicia pendiente que se debe hacer a las víctimas de la historia,
la esperanza contra toda esperanza ... son contenidos de una
tradición judeo-cristiana con vocación humana universal todavía no
asimilados plenamente ni de lejos. Por otra parte una democracia
deliberativa y participativa realmente existente no será posible
mientras sufra bajo la ley y la proclamación formal de los derechos
humanos, un déficit de motivación en los ciudadanos para ser
moralmente justos o “religiosamente” responsables. Esa es la
cultura que hay que desamortizar. Es el alma de la Iglesia, querer
otros bienes es codiciar su cuerpo. Y entregar el alma es
desvivirse, pero eso es para la Iglesia vivir y lo contrario quedarse
muerta.
En una sociedad
postmoderna - o postsecular, como dice Habermas- es igual de malo
negarse al diálogo con las religiones y en España concretamente con
la cristiana como hacen los laicistas, que resistirse a una
continua secularización y enrocarse como están haciendo demasiadas
veces los obispos de la Iglesia Católica en este país.
14-10-2015
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